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Historia y Arte
LA EUROPA DEL RENACIMIENTO
Las manifestaciones artísticas - 5ª parte
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El Renacimiento italiano del Quattrocento (continuación)
Pintura (continuación)
acia mediados de siglo XV se difundió la técnica del óleo, con lo que la pintura ganó en luminosidad y brillantez colorista.
Ya entrados en la segunda mitad del siglo, en Florencia surgen nuevos artistas, cuyas obras son más complejas, monumentales y refinadas, en las que aparecen nuevos temas y una notable preocupación por los detalles concretos. Entre esos pintores destacó, sobre todo, Sandro Botticelli (1445-1510), que abrió las puertas a la pintura de temática mitológica, con obras como El nacimiento de Venus, La Primavera o Las Tres Gracias. Botticelli, que fue el pintor de la belleza femenina en su juventud, sintió en su vejez cierta inclinación por el patetismo religioso, en cuadros como La Piedad.
La Primavera, de Sandro botticelli
El otro gran pintor de este periodo fue Mantegna (1431-1506) que trabajó en Padua, cuya obra cumbre, el Cristo Muerto, ofrece uno de los escorzos más atrevidos de la historia de la pintura. Mantegna, no sólo se preocupó por la perspectiva, sino que también la composición y el dibujo fueron pilares de su obra.
Al término del siglo XV, el arte italiano del Renacimiento había recorrido un largo camino, en el que se habían redescubierto muchas cosas y se habían inventado otras tantas. Durante ese tiempo, la arquitectura había impuesto una nueva estética, heredada directamente del clasicismo grecolatino, en la que la proporción matemática era lo que le daba belleza y armonía al edificio.
Al mismo tiempo, las artes figurativas habían alcanzado una perfección técnica como jamás se había dado desde la antigüedad; la escultura había puesto la figura humana en el centro de su atención y la pintura fundía arquitectura, paisaje y cuerpo humano en un intento de dar profundidad, de dar sensación de tercera dimensión, al tiempo que imponía nuevas temáticas y nuevas preocupaciones plásticas en cuanto a luz, color y composición.
Todos estos logros del Quattrocento prepararon el camino a las grandes figuras del siglo XVI: Leonardo, Miguel Angel y Rafael. Con ellos, el Renacimiento alcanzó su máxima expresión y una libertad formal que le dieron al estilo renacentista su auténtico valor, lejos de lo que pudiera ser una simple copia de la antigüedad clásica.
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